Salmorejo

2 Tomates maduros medianos

Aceite de oliva virgen extra

Medio diente de ajo

100 gramos de pan duro

2 lonchas de jamón ibérico

Sal

En determinados platos es difícil concretar las cantidades, así ocurre con el salmorejo. Al igual que la mayonesa, requiere de cierta habilidad al mezclar los ingredientes y a medida que vas probando, se le añade más de uno o de otro.

Poner en el vaso de la batidora los tomates pelados (podéis escaldarlos –sumergir el alimento muy poco tiempo en agua hirviendo– para retirar mejor la piel). Con la cantidad de ajo que os indico, tendrá un sabor importante, pero podéis reducirla o aumentarla al gusto. Añadirlo troceado junto con el pan y una pizca de sal. Incorporar un chorro generoso de aceite y comenzar a batir. Ir agregando poco a poco algo más de aceite como si estuvierais haciendo una mayonesa hasta que tenga la consistencia de una crema espesa. Seguir batiendo hasta que quede muy fino. Rectificar de sal.

La textura del salmorejo también va en gustos. Lo prefiero espeso para poder untarlo, pero hay quien le gusta más líquido como el gazpacho (en este caso podéis incorporar agua a la mezcla; con el agua que sueltan los tomates en mí caso es suficiente).

El salmorejo se suele acompañar de trocitos de jamón y hueco cocido troceado. Para hacer la receta más original, os propongo un crujiente de jamón. Precalentar el horno a 180º. Poner papel de horno –vegetal– en una bandeja y colocar las lonchas de jamón separadas. Cubrir con otro papel de horno y colocar una bandeja encima para que quede prensado. Meter al horno aproximadamente entre 10 y 15 minutos. Al deshidratarse potencia más su sabor, es decir, aumenta su sabor salado, así que no os recomiendo que lo hagáis con un jamón que ya de entrada esté salado.

Para su conservación introducirlo en la nevera, puede tomarse muy frío o del tiempo.